La invasión soviética de Polonia fue una operación militar iniciada el 17 de septiembre de 1939, en los primeros compases de la Segunda Guerra Mundial, dieciséis días después de la invasión de Polonia por parte de la Alemania Nazi. Supuso una importante victoria para el Ejército Rojo de la Unión Soviética.
A principios de 1939 la Unión Soviética intentaba formar una alianza con el Reino Unido, Francia, Polonia y Rumanía para hacer frente a la Alemania Nazi pero se presentaron varias dificultades, como la negativa de Polonia y Rumanía a permitir el tránsito de tropas soviéticas a través de sus territorios por seguridad colectiva.
Ante la ausencia de avance en las negociaciones, los soviéticos cambiaron su estrategia y firmaron el 23 de agosto de 1939 el Pacto Ribbentrop-Mólotov con la Alemania Nazi. Consecuentemente, el 1 de septiembre los alemanes invadieron el oeste polaco mientras que los soviéticos invadieron la zona oriental el 17 de septiembre. El gobierno soviético anunció que actuaba para proteger a los ucranianos y bielorrusos que vivían en la parte oriental de Polonia, debido al colapso de la administración polaca tras la invasión nazi. Según los soviéticos, dicha administración, no podía ya garantizar la seguridad de sus ciudadanos.
El Ejército Rojo alcanzó rápidamente sus objetivos, debido a que sobrepasaba en número a la resistencia polaca. En torno a 230.000 soldados polacos, o incluso más fueron hechos prisioneros de guerra. El gobierno soviético se anexionó el nuevo territorio, poniéndolo bajo su control y declarando en noviembre de ese mismo año que trece millones y medio de ciudadanos polacos, que vivían en la zona anexionada, habían pasado a ser ciudadanos soviéticos.
Los soviéticos contrarrestaron la oposición mediante ejecuciones y arrestos. Varios cientos, o miles, según estimaciones, de los arrestados, fueron enviados a Siberia y a otras zonas remotas de la URSS, en cuatro series de deportaciones producidas entre 1939 y 1941.
La invasión soviética, que el Politburó llamó «campaña de liberación», permitió la incorporación de millones de polacos, ucranianos y bielorrusos a las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Ucrania y de Bielorrusia. Durante la existencia de la República Popular de Polonia (1945-1989), la invasión fue considerada un asunto delicado, llegando a ser tabú y omitida de la historia oficial con el objetivo de preservar la ilusión de la «amistad eterna» entre los miembros del Bloque del Este.
Poco después de que los alemanes invadieran Polonia, el 1 de septiembre de 1939, los líderes nazis comenzaron a animar a los soviéticos a jugar su baza del Pacto Mólotov-Ribbentrop para que invadieran la parte oriental de Polonia. El embajador alemán en Moscú, Friedrich Werner von der Schulenburg, y el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Viacheslav Mólotov, intercambiaron una serie de comunicados diplomáticos sobre el asunto.
Entonces Mólotov vino al lado político del asunto y declaró que el Gobierno soviético había tenido la intención de aprovechar la oportunidad del avance de tropas alemanas sobre Polonia para declarar que Polonia se deshacía y que era necesario que la Unión Soviética, en consecuencia, acudiera en ayuda de los ucranianos y bielorrusos «amenazados» por Alemania. Este argumento debía hacer que la intervención de la Unión Soviética fuera admisible desde el punto de vista de las masas y al mismo tiempo, evitar que la Unión Soviética diera el aspecto de agresor.
Los soviéticos retrasaron su intervención por varios motivos. Se encontraban sumidos en una serie de disputas fronterizas con Japón, necesitaban tiempo para movilizar al Ejército Rojo y veían una ventaja diplomática en esperar a que Polonia se desintegrara antes de realizar algún movimiento. El 17 de septiembre de 1939, Mólotov declaró en la radio que todos los tratados entre la Unión Soviética y Polonia habían sido anulados debido a que el gobierno polaco había abandonado a su pueblo y había dejado de existir de forma efectiva. Ese mismo día, el Ejército Rojo cruzó la frontera polaca, comenzando la invasión del país.
La reacción de Francia y Gran Bretaña a la invasión de Polonia fue el silencio, ya que no deseaban ningún tipo de confrontación con la URSS en ese momento.39 Bajo los términos de la alianza militar Anglo-Polaca del 25 de agosto de 1939, los británicos habían prometido asistencia militar a Polonia si esta era atacada por una potencia europea. Pero cuando el embajador polaco Edward Raczyński recordó al Secretario de Estado británico E. F. L. Wood lo firmado, éste declaró tajantemente que no era una buena empresa para el Reino Unido declarar la guerra a la Unión Soviética. El Primer Ministro británico Neville Chamberlain consideró hacer público un compromiso de restaurar la estructura del Estado Polaco pero finalmente se limitó a emitir declaraciones de condena general.
Los franceses también habían adquirido compromisos con Polonia, incluyendo la provisión de ayuda aérea, y éstas no fueron cumplidas. Una vez que los soviéticos invadieron Polonia, los franceses y los británicos decidieron que no había nada que pudieran hacer por Polonia a corto plazo, por lo que comenzaron a planificar una victoria a largo plazo. Los franceses habían avanzado de manera provisional en el Sarre a principios de septiembre pero después de la derrota polaca, se retiraron detrás de la Línea Maginot, a fecha de 4 de octubre. Muchos polacos se indignaron ante la falta de apoyo por parte de sus aliados occidentales, lo que creó un sentimiento de traición entre los polacos.