Los estadounidenses no deben olvidar la derrota en Pearl Harbor, al igual que otras derrotas y victorias, expresó este martes John Raughter, portavoz de la organización de veteranos American Legion, con sede en la ciudad de Indianápolis, con motivo del 80.º aniversario del ataque japonés que derivó en la entrada inmediata de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Raughter espera que los ciudadanos de EE.UU. «nunca olviden a las víctimas ni el heroísmo que quedó patente en Pearl Harbor y en cada combate en el que los estadounidenses defendieron a su país», según declaró a RIA Novosti.
Son muchos los medios que recuerdan este martes el ataque japonés contra ese territorio ultramarino de EE.UU., sus puertos y los buques desplegados en ellos, que se cobró 2.403 vidas humanas. Algunos expertos consideran que para el Imperio japonés no era una mera aventura, sino una acción anticipada por un contexto histórico que habían preparado EE.UU. y sus aliados.
«Japón era un país expansionista, agresivo, militarista, pero su expansión era coaccionada», estima el periodista Alexandr Timojin en un artículo publicado por el medio ruso Vzgliad. No en vano, en las décadas de 1920 y 1930 «no se podía construir una economía que viviera a cuenta de las exportaciones de los productos de alta conversión, como fue el caso de Japón después de la Segunda Guerra Mundial».
Tokio estaba expandiendo sus mercados y sus dominios a cuenta de China (medio ocupada para el año 1940) y las colonias europeas en Oceanía y el sudeste asiático, abandonadas debido a las operaciones relámpago de la Alemania nazi en Europa Occidental. Pero el embargo a la venta de petróleo impuesto al Imperio japonés por EE.UU., Reino Unido y las Indias Orientales Neerlandesas en julio de 1941 pondría fin a esa tendencia expansiva, según el autor ruso.
El embargo vino anticipado por la aprobación en el Congreso de un aumento del personal de las Fuerzas Armadas de EE.UU. hasta 8,8 millones, lo que revelaría que el país norteamericano se preparaba para el conflicto bélico.
Los japoneses también sopesaban los riesgos y tenían en cuenta que cualquier intento de incautar petróleo en la mencionada colonia neerlandesa podría terminar castigado «por la espalda por las fuerzas estadounidenses situadas en Pearl Harbor». Tokio estaba al tanto de una alta concentración de tropas y buques de EE.UU. en el territorio insular y contempló neutralizarlos y prevenir el mencionado ‘castigo’.
Además, Japón ya tenía experiencia en una contienda contra un adversario totalmente superior por número de efectivos y de recursos, como fue el caso del Imperio Ruso en 1904-1905, al que derrotó. «Quizás funcione de nuevo», recrea el periodista ruso la lógica de Tokio.
En otoño de 1941, el Ejército japonés solicitó al emperador Hirohito que autorizara la guerra, argumentando que el imperio se había quedado sin petróleo. Hasta el último instante, el gabinete del príncipe Konoe trató de llegar a un acuerdo con los estadounidenses, pero, finalmente, cedió el paso a los partidarios de la guerra liderados por Hideki Tojo.
Horas antes del ataque la inteligencia de EE.UU. interceptó y descifró una directiva nipona. El mensaje mencionaba la fecha y la hora exacta de la agresión: las 13:00 (hora local). Al leerlo, el presidente Franklin Delano Roosevelt pronunció: «Esto significa guerra». Se ha especulado mucho sobre si, realmente, el mandatario estadounidense tuvo constancia del ataque antes de que se produjera. En cualquier caso, la base de la Flota del Pacífico en Hawái no recibió el cable o aviso alguno. RT